¿Qué dice la Biblia sobre el Veganismo?

Simon Kittle es un filósofo cristiano interesado en la filosofía de la religión y en la Ética Cristiana, y miembro de la Iglesia Anglicana. Este post invitado fue publicado primero en la website Sarx y republicado aquí con permiso del autor.

Si los perritos calientes estuvieran hechos de perros, ¿aún te lo comerías? Si me hubieras hecho esa pregunta hace 7 años (cuando todavía comía carne), te hubiera contestado con un firme (aunque confuso) “no”. Mis respuestas anteriores me fascinan ahora porque remarcan cómo nuestras creencias sobre lo que es (y lo que no es) aceptable de comer, derivan habitualmente de nuestra herencia cultural, más que de nuestra investigación de la ética de la Biblia. Después de todo, si nosotros como cristianos estamos tentados de pensar que está bien comer corderos y cerdos porque a los humanos se les otorgó dominio sobre la creación de Dios (Genesis 1:26-28), también estaríamos en lo correcto al pensar que está bien comer perros y gatos, porque nada en el Génesis (o ningún otro libro en la Biblia) sugiere que los corderos y los cerdos son para comer mientras que los gatos y los perros son para acurrucarse. Aún así, la mayoría de nosotros encontramos horrible la idea de comernos a los perros y a los gatos.

Reconocer que esa actitud ambigua hacia los animales – el deseo de comer cerdos y acariciar gatos- es una herencia cultural que no comulga con la idea bíblica de la dominación humana sobre los otros animales, es útil; nos brinda la oportunidad de distanciarnos de esas creencias culturales y preguntarnos de nuevo qué actitud más clara sobre los otros animales nos enseña la Biblia.

Para poder encontrar una respuesta a esta pregunta, vamos a comenzar con el principio, en el libro del Génesis. Quizá la parte narrativa más relevante a este tema es Génesis 1:29-30:

Y dijo Dios:

He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.

En estos versos, Dios establece una dieta basada en vegetales tanto para los humanos como para los no-humanos por igual. Dios, en otras palabras, creó el mundo vegano. Y es en este mundo vegano en el que Dios declara como muy bueno. (Génesis 1:31)

¿Qué hay, entonces, del dominio humano sobre las otras criaturas (Génesis 1:26-28)? Muchos han usado esa idea del dominio humano para justificar comerse a los animales: los humanos tienen permiso para comerse a los otros animales porque los humanos han sido otorgados con el dominio sobre las otras criaturas.

Mientras que no podemos negar que esa línea de pensamiento ha sido influyente, hay un único punto que cuenta de forma decisiva contra esa interpretación de “dominio”. Este punto es que a los humanos se nos otorga dominio inmediatamente antes y como parte de esa misma narrativa en la que Dios le da a los humanos una dieta vegetal. Lo que quiera que “tener dominio” signifique, entonces, si la orden de Dios de instaurar una dieta vegetal tiene algún sentido, no puede involucrar el permiso para matar y comer animales: el dominio simplemente no significa tener absoluta y completa dominación.

Tal y como la Biblia indica en sus comienzos sobre la creación representando un escenario libre de violencia, así son también las representaciones bíblicas sobre las intenciones de Dios y el objetivo de la creación. Esta es la idea reflejada en “Un Reino Pacífico”: un tiempo en el que el Mesías reinará, traerá la paz universal y la armonía: shalom. Una de las descripciones de Isaías sobre este Reino es particularmente acertada: (Isaías 11:6-8):

El lobo morará con el cordero,
y el leopardo se echará con el cabrito;
el becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos,
y un niño los conducirá.
La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán junatas,
y el león, como el buey, comerá paja.
El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra,
y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora.

Aquí vemos una clara intención que el Reino Mesiánico – para los cristianos, el Reino de Dios, inaugurado y concentrado en la figura de Jesús – no incluirá el asesinato de los animales para alimentarnos. Esta anunciación del libro de las Revelaciones, donde la renovación de todas las cosas se representa como el nuevo Jerusalén descendiendo a la tierra (Apocalipsis 21-22). El último deseo de Dios es restaurar la creación por sí mismo, no sustituir esta creación con algo completamente diferente. Dios aprecia su creación, y a todas las criaturas que contiene- un punto que Jesús recalcó cuando señaló que incluso las golondrinas, vendidas por unos pocos peniques, eran reconocidas por Dios (Mateo 10:29).

La explicación de la Biblia de los comienzos de la creación y su explicación del resumen de la creación ambos hablan de vivir en paz, comer en paz. No podemos negar que hay pasajes que han sido usados para justificar comer animales. Estos pasajes, sin embargo,  se interpretan mejor entendiéndolo mejor como una cuestión de paz, un tema personificado, por supuesto, en la figura de Jesucristo. La Biblia deja claro que a cada momento, Jesús de forma activa, pensaba de forma no violenta, se resistía contra la opresión y el mal. Defendió a los marginados, amó a sus enemigos, y predicó la paz frente a la hostilidad y violencia romanas.

¿Cómo afecta esto? A la luz de los acontecimientos y el trabajo de la vida de Jesús, podríamos, por ejemplos, pensar que Dios dió permiso a Noé y a su familia a comer algunos animales (Génesis 9:3) como una concesión temporal de caer en el pecado universal (especialmente dada la repetición de Dios de incluir animales en el arca de Noé). De forma similar, la visión de Pedro sobre los animales descendiendo de los cielos en el libro de los Hechos 10 puede ser visto como una justificación para comer animales “impuros”, cuando la lectura real en el contexto de la misión de Jesús, vemos que a Pedro se le estaba enseñando realmente que los Coros son para todas las personas, incluídos los romanos “impuros” (¿qué mejor forma de atraer la atención de una persona hambrienta (ver Actos 10:10) que utilizar una analogía con comida).

Lo más importante, es que centrándonos en la ética que Jesús predicaba, podemos situarnos a nosotros mismos en la historia de Dios. Estamos hechos para vivir en paz, y habitaremos un día el Reino de los Cielos. Reconocer estas cosas, y recordar que muchas de nuestras creencias sobre los animales no vienen de la Biblia, sino de nuestra cultura, nos permitirá evaluar honestamente la violencia en la que estamos ahora implicados, no para que podamos condenarnos a nosotros o a los demás, sino para poder regresar de ahí y reunirnos con Dios en el Reino de los Cielos. Según leemos la Biblia, nuestras plegarias deben ser que Dios nos aparte de la violencia y el mal innecesarios que les estamos causando a los otros animales.   

 

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