Dra. Natalia Vicente: «Las explotaciones ganaderas intensivas, los mercados de animales vivos y la destrucción de los hábitats naturales aumentan el riesgo de nuevas pandemias»

La Dra. Natalia Vicente es médica adjunta en el Servicio de Medicina Interna del Hospital del Sureste de Madrid. Investigadora, ha participado en más de 15 estudios y es ponente habitual en congresos sobre epidemiología.

Dra. Vicente ¿qué situación se está viviendo ahora mismo en el hospital?

Estamos afrontando una pandemia y una crisis de salud pública de proporciones nunca vistas en el sistema sanitario. Al principio éramos solo unos pocos profesionales los que pertenecíamos al equipo “COVID”, sin embargo con el paso de los días hemos visto como esta enfermedad ha colonizado la totalidad del hospital, y absolutamente todo el personal se ha adaptado para desempeñar diferentes tareas, todas relacionadas con la atención de estos pacientes.

La enfermedad nos obliga a ser dinámicos, ya que algunos compañeros están cayendo enfermos y tenemos que asumir la carga de trabajo que ellos no pueden realizar. Si pudiera destacar algo sería la voluntad de trabajo, el compañerismo, el esfuerzo y el sacrificio que todos y cada uno de los estamentos del hospital está demostrando. A pesar de todo, la carga física es importante, pero aún más la emocional. No tengo dudas de que con el paso del tiempo esta experiencia dejará un “poso” en nuestras cabezas.

¿Se podrían evitar futuras pandemias si dejásemos de comer animales?

Es difícil asegurar que si dejásemos de comer animales desaparecerían las pandemias de origen zoonótico, pero estoy plenamente convencida de que al menos disminuirían de forma considerable las probabilidades de que se produjeran.

La de COVID-19 es la tercera pandemia producida por coronavirus en lo que llevamos de siglo XXI. Las tres (SARS, MERS y actual COVID-19) se han originado por el salto del virus entre especies de diferentes animales y humanos. Evitar la relación interespecies al 100 % es imposible, sin embargo las explotaciones ganaderas intensivas, los mercados de animales vivos, así como la invasión de hábitats naturales, aumentan de forma significativa y peligrosa esta relación, y por lo tanto el riesgo de que nuevos virus mutados produzcan el salto y la infección en humanos, generando así nuevas pandemias.

Tenemos otras experiencias previas como la encefalopatía espongiforme bovina (o enfermedad de las vacas locas), en la que la ingesta de animales enfermos supuso la fuente directa de contagio en humanos. El origen del actual SARS-COV2 parece ubicarse en un mercado de pescado y marisco de Wuhan en China, y se sospecha que su hospedero natural es el murciélago, aunque todavía no sabemos si la transmisión es directamente a través de ellos o si hubo algún otro huésped intermedio como serpientes, pangolines o tortugas.

¿Podría una dieta 100 % vegetal ayudar en el tratamiento de algunas enfermedades, hasta el punto de revertirlas?

Las enfermedades cardiovasculares son directamente consecuencia del estilo de vida y dieta, y se consideran modificables si se actúa con consistencia sobre ellos. La dieta basada en plantas ha demostrado, a través de numerosos estudios, mejorar la salud cardiovascular y disminuir la incidencia de hipertensión, diabetes, cardiopatía isquémica e incluso cáncer.

Por otro lado, gracias a los estudios realizados en China, sabemos que tanto la hipertensión arterial como la diabetes mellitus son dos enfermedades que ensombrecen el pronóstico de los pacientes afectos de COVID 19, aumentando su mortalidad. Además no debemos olvidar, fuera de la situación de pandemia actual, que la enfermedad cardiovascular constituye actualmente la primera causa de muerte en el mundo.

¿Nos podría explicar qué es la resistencia antibiótica y cómo se produce?

Las resistencias a antibióticos se adquieren habitualmente a través de mutaciones del ADN de las bacterias, que se producen cuando un determinado microorganismo es presionado por un antibiótico de forma seleccionada y continuada en el tiempo.

Para que nos entendamos, las bacterias “aprenden” a desarrollar mecanismos que les permiten escapar del antibiótico que las mata. En ocasiones también es posible que distintas bacterias transfieran de forma horizontal genes de resistencia entre ellas.

Estas mutaciones son muy complejas y actúan a distintos niveles: pueden expulsar los antibióticos una vez han entrado en el interior de la bacteria, reducir la capacidad de penetración del antibiótico en su interior o incluso modificar e inactivar directamente su acción. Como es lógico, cuanto más los usemos más aumentaremos la presión antibiótica sobre las bacterias, y por lo tanto más probable es que se produzca alguna mutación que las confiera resistencia.

La OMS ya ha venido alertando de la gravedad y seriedad de este problema, y de hecho ya predijo una posible llegada de una era post-antibiótica en la que las infecciones comunes y las heridas menores puedan volver a llegar a matarnos ante la pérdida de eficacia de los antibióticos de los que disponemos en la actualidad.

¿Cómo podría una dieta basada en plantas combatir la resistencia antibiótica?

Algunas de las mutaciones que otorgan resistencia a las bacterias se producen de forma aleatoria y natural en el medio ambiente, no obstante el abuso de antibióticos a lo largo del siglo XX ha aumentado exponencialmente este proceso.

El uso indebido de antibióticos no se restringe al ámbito de la medicina. El sector ganadero es uno de los que más se ha extralimitado en lo que a uso de antibióticos se refiere, y por lo tanto ha contribuido de forma sustancial al desarrollo de resistencias. A través del consumo de carne, el humano adquiere también bacterias resistentes que, como mencionado, pueden trasmitir genes de forma horizontal a otras bacterias.

Dentro de nuestra labor como médicos tenemos que tomar conciencia del problema y ajustar las prescripciones, posologías y duraciones de los tratamientos antibióticos de cara a intentar minimizar el progreso de las resistencias. No obstante, no toda la carga debe recaer en nosotros. De nada servirán nuestros esfuerzos si los gobiernos no implementan políticas que aseguren que los antibióticos que se administren a animales estén sujetos a supervisión veterinaria, y que no se usen en ningún caso en animales sanos para estimular su crecimiento ni prevenir enfermedades.

Naturalmente, en un mundo donde nadie consumiera carne solo nos enfrentaríamos a las resistencias generadas de forma aleatoria y esto reduciría el problema de forma considerable.

Volviendo al coronavirus ¿qué medidas de prevención básicas debemos adoptar?

La medida de prevención más efectiva para evitar enfermar de COVID-19 es quedarnos en casa. Hasta el momento, se sabe que el mecanismo de transmisión es fundamentalmente a través de gotitas que propagamos al estornudar o toser.

También se ha observado que el SARS-COV2 puede transmitirse por contacto, permaneciendo horas e incluso días en diferentes materiales; por lo tanto es importante saber que si tenemos que salir de nuestro domicilio debe ser llevando mascarilla (ojo, llevar mascarilla es para proteger a los demás, no a nosotros mismos; evitando que si tosemos o estornudamos las gotitas se propaguen) y a ser posible también guantes, aunque con respecto a la transmisión por contacto el acto preventivo más eficaz es sin duda un buen lavado de manos, con solución hidroalcohólica o con agua y jabón. Y por supuesto ¡evitar tocarnos la cara, los ojos o mordernos las uñas!

Si tenemos síntomas surgentes de COVID-19, debemos aislarnos en una habitación del domicilio y utilizar si es posible un baño independiente al del resto de los convivientes, hasta 14 días después de finalizar los síntomas (en caso de pasar la enfermedad en casa) o 14 días tras el alta si el paciente ha estado ingresado en el hospital.

Por último, una pregunta más personal, ¿por qué y cuándo se hizo vegana?

Ha sido algo progresivo y un proceso del que todavía estoy aprendiendo. En el año 2018 empecé a reducir el consumo de carne fundamentalmente porque me preocupaba el medio ambiente y tome esta entre otras decisiones para intentar reducir mi huella ecológica.

Sin embargo, el paso definitivo llegó cuando adopté a mi gato Lennon. La verdad es que siempre me habían gustado los animales pero nunca había convivido con uno. El tenerle como compañero de vida me hizo ver que los animales experimentan al igual que nosotros la alegría, el miedo, la ansiedad, el amor. A partir de aquel momento ya no podía ignorar que al igual que Lennon todos los animales sienten, y mirar “hacia otro lado” me hacía sentir muy miserable.

Alinear mis pensamientos y mis actos ha sido una de las decisiones más reconfortantes que he tomado nunca. Todavía cometo errores porque no soy perfecta, sobre todo en lo referente a comer fuera de casa (turnos imposibles de hospital), pero desde luego pongo toda mi voluntad y esfuerzos en llevar una dieta 100 % libre de sufrimiento animal, y lo que tengo claro es que cada vez que doy un paso más, es un paso que no retrocederé jamás.

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